lunes, 30 de julio de 2012

El helado de fresa

Os voy a contar una historia, la historia de un helado.

Resulta que tú estás un día en tu casa, y te apetece un helado, así que vas al congelador y buscas a ver qué hay. Encuentras un maravilloso helado de fresa, grande, muy apetecible y fresquito, que es lo que necesitas, pero lo cierto es que los helados de fresa no te dan mucho más, así que te entra un dilema, te coges un par de euros, bajas al quiosco más cercano y te compras uno de chocolate, o te quedas, por simple comodidad, con el de fresa.

Tras meditarlo un rato, sabes que la opción que gana es la de quedarte con el de fresa, porque salir de casa a buscar otro no te apetece nada, pero justo cuando lo estas abriendo, dispuesto a conformarte, llega tu madre de la compra y te dice “cariño, te traigo esos helados que tanto te gustan” y así, el helado de fresa vuelve a ser depositado, casi con desprecio, en el congelador.

Pues bien, me ha costado muchos años darme cuenta que la historia de mi vida se basa en realidad en otra historia más simple, la historia del helado de fresa, aunque eso sí, espero que algún día llegue alguien a quien le guste más la fresa que el chocolate.

1 comentario:

  1. Me he quedado fascinado por tu relato, simple, breve y resuelto de manera brillante, enhorabuena de parte de un lector casual entreramente satisfecho :)

    ResponderEliminar